Formación IDEAL

Cómo están cambiando los planes de formación: de cursos sueltos a estrategias continuas de aprendizaje

Redacción

La nueva formación puede suponer un plan de beneficios, exenta de IRPF al 100% si se hace a través de retribución flexible

La formación para las empresas ha cambiado radicalmente su planteamiento con respecto a los últimos años, más en consonancia con la irrupción de las nuevas tecnologías y la necesidad de que sus empleados deban adaptarse continuamente a las necesidades del mercado.  La formación ya no es un bonus, sino un sistema operativo y una inversión con beneficios a largo plazo en un mercado cada vez más competitivo. Se ha pasado, por tanto, de una actitud de las empresas más reactiva con respecto a la formación tradicional de su plantilla -la facilitaban si los equipos la solicitaban- a una estrategia más continuada y perfectamente planificada. Esto se debe a la aparición de nuevos entornos laborales debido a la llegada de nuevas herramientas y tecnologías de última generación como la IA, regulaciones y procesos. 

En relación al personal es importante, igualmente, impulsar al máximo la carrera de cada uno de los trabajadores y para ello es esencial atraer, fidelizar talento y sacar el máximo partido al potencial de cada empleado poniendo especial cuidado en los planes de carrera. Con respecto a este último punto, el problema radica en que la mayoría de las empresas todavía no se han adaptado a esta dinámica de trabajo, siguen funcionando de forma reactiva y eso no va a funcionar en el próximo año. 

Salto a una estrategia de aprendizaje continuo 

Potenciar la carrera de los empleados es una apuesta innegable para las empresas, que pueden impulsar a través de un plan de beneficios que incluya el cheque formación. Si se ofrece como retribución flexible, la formación está exenta al 100% del pago de IRPF para el empleado (respetando siempre el límite de que no sobrepase el 30% del salario bruto) y también tiene ventajas fiscales a través del Impuesto de Sociedades para la empresa. Esta formación como beneficio social para los empleados es la mejor manera de fomentar el talento, potenciar el reskilling y el upskillling y consolidar una plantilla contenta y cualificada. Para ello, se facilita a través de un cheque virtual el acceso y pago a cientos de cursos de formación para que los empleados consoliden competencias y conocimientos

El modelo antiguo está agotado 

Seguir con la dinámica de este modelo antiguo de formación puntual, en el que la iniciativa parte del empleado y no de la empresa, se traduce necesariamente en una baja fidelización por parte de los equipos y poco impacto real. Esto conlleva que no haya seguimiento, las métricas sean inexistentes y haya una desconexión más que evidente con el negocio. A esto hay que añadir otro coste oculto, consistente en el poco impacto real que los cursos de formación tienen en el día a día de las empresas porque los empleados reciben sus cursos pero en la práctica no cambian su desempeño.

Transición a estrategias de aprendizaje continuas 

Como ha quedado señalado líneas arriba, el planteamiento de la formación ha sufrido mejoras notables y una transición a estrategias de aprendizaje continuas, cuyo origen está en la irrupción de la IA, la automatización y la aparición de nuevas herramientas con carácter trimestral. No se trata de la cantidad de las formaciones que se imparten a los trabajadores sino de la calidad de las mismas y el impacto real que esta inversión tendrá en la mayor competitividad de las empresas. 

Para las empresas resulta más económico y productivo mejorar todo el potencial de sus empleados, a través de una adecuada formación con carácter periódico y un desarrollo profesional constante, que fichar perfiles nuevos ante una escasez de talento. Especialmente antes las nuevas expectativas que representan Gen Z y millennials. 

Mayor rapidez y nuevos planes de formación 

El mercado, los ciclos de negocio y las actualizaciones tecnológicas avanzan a un ritmo cada vez más rápido y esto debe traducirse en la mejora continua de la formación de los equipos. De ahí la necesidad de medir su impacto (CFOs y dirección quieren ROI real). 

Las diferencias con respecto a lo que venía siendo la formación en los últimos años se encuentran fundamentalmente en priorizar los cursos puntuales en beneficio de otros continuados, totalmente personalizados y adaptados a los roles y experiencia de cada empleado. Por ello, el cambio radica en pasar de cursos masivos a una formación continua. Para hacerlos más accesibles a la vida de los empleados se opta también por formatos más cómodos, en forma de vídeos cortos, talleres online, simuladores, IA generativa, etc. Esta formación está ligada a los objetivos y estrategias del propio negocio con la finalidad de medir el impacto real que tienen en el mercado.