A lo largo de nuestra vida tomamos una gran cantidad de decisiones. Y en muchos casos es posible que nos acabemos arrepintiendo de algunas de ellas. Uno de estos casos suele darse con bastante frecuencia con la elección de la carrera universitaria que se escoge tras finalizar bachillerato.
Arrepentirse del grado universitario elegido suele ser algo común durante el primer año de estudios universitarios. De hecho, es algo que puede pasar por diferentes motivos: desde haber entrado esperando una cosa y encontrarse otra, hasta haberse visto obligado a entrar en una determinada carrera por no tener nota suficiente para la que realmente querías cursar. Y llegado el momento lo más importante, sin lugar a dudas, pasa por tener claro que se quiere cambiar y tomar la decisión cuanto antes.
Cerca de un 10% de los universitarios deciden cambiar a otra titulación durante sus dos primeros años en la universidad. Y sí, aunque realizar el cambio pueda suponer inicialmente un impacto negativo, lo único que tendremos que hacer será ponernos las pilas a partir de ahora y realizar un mayor esfuerzo para recuperar el tiempo perdido.
Cuando hablamos de cambiar de carrera universitaria generalmente contamos con dos alternativas para hacerlo. Por un lado está el proceso de admisión general, mientras que por otro el procedimiento de cambio de estudios.