Para encontrar un trabajo, lo normal es recurrir a dos vías: la pública y la privada. Sin embargo, muchas personas desconocen las ventajas de cada una de ellas y lo que pueden ofrecer. Así que te contamos todo lo que necesitas saber de estos dos tipos de empleo.
Para encontrar el trabajo perfecto hay que tener en cuenta muchos detalles. Cada persona es un mundo, por lo que para cada profesional el empleo soñado será diferente. Vocación, salario, desarrollo, condiciones, estabilidad… Son algunos de los factores que entran en juego. En este sentido, los hay que prefieren decantarse por trabajar para la Administración Pública y los que, por contra, prefieren decantarse por el sector privado.
En definición, el empleo público es aquel que ha generado el Estado. Mientras que en el lado contrario está el empleo privado, en el que el empleador es una empresa o entidad que no es de carácter público. Dicho de otro modo y para que sea más sencillo de comprender, los empleos púbicos son aquellos en los que se depende directamente de la Administración Pública. Y a ellos, en la mayoría de los casos, se suele acceder a través de una oposición.
En el caso de los trabajos privados, son todos los demás. Aquellos en los que el que proporciona un trabajo es una empresa de carácter privado y existe una relación contractual entre el profesional y el empleador. Pero para conocer que opción es mejor para cada caso, si no se tiene claro por qué rama decantarse, vamos a repasar los principales puntos fuertes y débiles de cada uno.
Si centramos la mirada en los empleos a los que se accede a través de una oposición, los de las diferentes Administraciones Públicas, cuentan con muchas ventajas. Las principales están relacionadas con la estabilidad, las condiciones y los horarios.
Sin embargo, no todo iba a ser positivo. Las posibilidades laborales del sector público son mucho menos numerosas con respecto al privado. Y dependiendo del tipo de funcionario que se trate la situación laboral puede ser muy diferente. Las opciones de desarrollo, ascensos y aumentos de salario también son más reducidas aquí.
En el caso del sector privado, una de las ventajas más claras que ofrece es que las posibilidades laborales son mucho mayores. Más empresas y más trabajos, lo que se traduce en más opciones. Además, es posible encontrar más vías de desarrollo y de salarios más altos.
Pero como sucede con el empleo público, no todo es bueno en el sector privado. Cuando hay momentos de recesión en la economía, el sector privado lo sufre mucho más. La estabilidad de estos empleos es mucho menor y, en algunas ocasiones, las condiciones laborales dejan bastante que desear.