No importa si hablamos de unas oposiciones, el carnet de conducir o cualquier otra prueba: en muchas ocasiones los exámenes son de tipo test y no de desarrollo. Unas pruebas bastante diferentes a lo que solemos estar acostumbrados que también requieren de una forma de estudiar distinta.
Cuando hablamos de un examen, a la mayoría siempre nos viene a la cabeza una prueba con varias preguntas en las que desarrollar una serie de contenidos en base a nuestros conocimientos. Sin embargo, hay más tipos de examen que los de desarrollo. Uno de los más extendidos últimamente son los que cuentan con preguntas tipo test, algo que podemos ver en una gran cantidad de oposiciones y también en las pruebas teóricas para los diferentes permisos de conducir.
Por norma general, se preparan estos exámenes sin variar la forma de estudiar ni tener en cuenta que no son parecidos a los de desarrollo. Algo que supone un error, ya que resulta más ventajoso contar con una preparación específica para un examen tipo test. Igual que un deportista no se prepara de la misma forma para una prueba de velocidad que para una de salto, nosotros deberíamos afrontar de forma distinta un examen de desarrollo a uno tipo test.
Estas pruebas suelen contar con muchas preguntas más que las de desarrollo, superando en algunas ocasiones las 100. Cada pregunta suele ofrecer diferentes opciones entre las que decantarnos, siendo lo normal ofrecer cuatro posibilidades. Hay algunos casos en los que las respuestas negativas penalizan, restando nota, y otros en los que los fallos simplemente no cuentan. Por este motivo, es aconsejable que la preparación para estos exámenes sea diferente.
Aunque creas que un examen tipo test requiere de menos estudio, lo cierto es que no es así en absoluto. Tendrás que estudiar tanto o más que como con cualquier otro examen. Eso sí, deberías afrontar las sesiones de hincar codos de una manera diferente. Busca comprender lo que estás estudiando y haz fichas con datos clave como fechas o definiciones. Utilizar fichas en vez de resúmenes o esquemas aquí suele ser muy efectivo.
La práctica nos permitirá mejorar casi sin darnos cuenta, algo que es aplicable a todos los ámbitos de la vida. Además de estudiar, haz el máximo número de test que puedas, ya que esto te permitirá ganar velocidad a la hora de contestar y estar más preparado el día del examen. Sabrás qué tipo de preguntas puedes encontrarte y la manera en las que se formulan, lo que hará todo más fácil.
El día del examen hay que prestar mucha atención a las instrucciones que se nos faciliten. En ocasiones las preguntas pueden tener más de una respuesta correcta, lo cual deberíamos saber. Además de otros aspectos como conocer si las respuestas incorrectas penalizan y, en ese caso, cuántos puntos restan.
La forma de proceder en este tipo de examen pasa por ir a por las que nos sepamos seguro primero, de manera que nos de tiempo a contestar las preguntas con las que vamos a sumar puntos pase lo que pase. Si no tenemos clara la respuesta, mejor continuar con la siguiente antes que quedarnos atascados y perder un tiempo valioso.
Si has ido a por las seguras primero, lo normal es que te sobre tiempo cuando hayas terminado de contestar todas las que sabías. En ese momento es en el que debemos aprovechar para volver a las preguntas que no hemos contestado y dedicarles todo el tiempo que consideremos necesario. Si las respuestas falladas no resta, contesta todas las que puedas. En caso contrario, piénsalo muy bien antes de contastar si no lo tienes claro.